viernes, 28 de mayo de 2010

Melissa y la copado


Melissa sonrío al espejo mientras terminaba de retocarse el Rimel y oxigenaba su larga melena castaña al son del «Que mueran» de la Copado. Como siempre su falda era corta, sus botas altas y de taco-taconazos (como llamaban a los zapatos que tenían un tacón de más de 10 cm) sin embargo, lo que más destacaba no eran ni su figura estilizada ni su ropa estratégicamente elegida para acentuar sus femeninas curvas. Lo que más llamaba la atención era aquella sonrisa de oreja a oreja. Esa noche iba a ver a Crixtina Copado tocar, lucirse ante su , cada vez más amplio, público; compartiría alcohol con grandes amigos, reiría hasta el amanecer y su única preocupación sería, como siempre que estaba tranquila, comerse el mundo en grata compañía. Hoy no importaban sus fantasmas ni sus recuerdos de noches de pasión y dulces abrazos. De nada le serviría a sus miedos hacer acto de presencia o a sus dolores tratar de martillearle el corazón. Porque esta noche Mel les daría portazo, sólo cabría en ella la paz y la tranquilidad de quién se siente en casa, de quién se halla protegido, del que se vuelve fuerte.

foto: Crixtina Copado

No hay comentarios: