martes, 17 de diciembre de 2013

Buenas Compañías...

Daba lo mismo trasnochar si lo hacía en buena compañía. Aunque aquello implicase horas de Trabajo de Fin de grado, descentrarse bastante a partir de las tantas de la madrugada,  risas, recuerdos y, sobretodo, falta de horas de sueño. Lo importante era que la compañía fuese buena y aquella noche, desde luego, lo era.

sábado, 14 de diciembre de 2013

Soledad era su nombre

Cuando por fin se encontró frente a frente con ella comprendió que era una de esas personas a las que ninguna descripción podía hacer justicia. Tenía en la mirada la paz de un cielo de verano en calma, la fuerza de cien huracanes y la calidez que sólo pueden tener las madres y, aunque sus ojos podrían haber hechizado al más duro de los caballeros de los cuentos de hadas, su encanto no residía en aquella mirada si no en algo más sencillo y espectacular: una sonrisa que sólo podía pertenecer a los ángeles.

Ella sabía que ese primer encuentro iba a ser especial, había oído hablar de aquella mujer en muchísimas ocasiones y, en todas ellas, siempre se había sentido intrigada y emocionada. Se preguntaba hasta que punto su interlocutor habría exagerado producto de la devoción y el amor incondicional de un hijo por su madre. Sin embargo al verla, al tenerla delante y hablar con ella comprendió que no había exceso en aquellas descripciones si no más bien recato en las palabras, y una falta absoluta de vocabulario en el lenguaje que pudiera expresar la magia y la fuerza que aquella mujer desprendía.  Aquello curiosamente, no le sorprendió pues, en aquel momento, todo encajaba. Era como si, de pronto, hubiese encontrado la pieza que faltaba para acabar el rompecabezas que estaba haciendo y es que aquel encanto innato ya lo había percibido en alguien más joven y despistado que había heredado, como suele ocurrir, lo mejor de cada casa.

No obstante nada ni nadie, ni siquiera aquellos primeros encuentros, podría haberla preparado para aquella bomba de relojería que, sin saber cómo o por qué de pronto le estaba leyendo y robándole una lágrima emocionada. No supo si abrazarla o comérsela a besos y es que ¿Cómo se reacciona ante alguien que es capaz de robarte el aliento? ¿Alguien a quien apenas conoces y ya le tienes tantísimo aprecio? Se acercó a aquel huracán de sensibilidad y emociones y se limitó a darle un sutil abrazo agradecido, perplejo y lleno de cariño. 

-«Esto se merece una venganza»- dijo

Y aunque no hubiera palabras que pudieran describir a aquel ángel hecho persona, desde luego, al menos, habría un cuento relatando que, por suerte, en este mundo aún quedan este tipo de personas que brillan con luz propia que, sin saber cómo o por qué, te tocan la fibra más sensible y te hacen sentirte como en casa pese a estar a más de 500 km de distancia. Ese tipo de gente que, aunque probablemente lo ignoran, desprenden ese nosequé que queseyó, que hace que uno siga creyendo en la magia.


sábado, 30 de noviembre de 2013

En construcción

Después de aquel adiós supo que debía cambiar los muebles que decoraban las estancias más profundas de su corazón, así que arrambló con todo, se emborrachó contemplando aquel vacío y una vez terminados los días de sufrimiento, autoculpa y fantasmas decidió que era el momento de levantarse, coger un poco de pintura y emprender reformas con las que se sintiera cómoda, con las que ser ella misma.

Y así está, en construcción...
(De ahí la nueva apariencia del blog, acorde con sus emociones)

Camino

Ahora ya sabía en que dirección iba y había decidido ir despacio, con calma, aprovechando cada coma, cada paréntesis, cada punto cada signo de admiración y, por primera vez, estaba completamente tranquila, no tenía miedo porque cada final implicaba un nuevo comienzo y una pizca de confianza.

jueves, 12 de septiembre de 2013

Amor de hermano


Se acercó con una sonrisa y una foto en las manos, la enseñó y esperó respuesta. 

«Me gustaría bucear en tus ojos, bañarme en ellos y caer de nuevo al mundo a través de las cataratas de tus lágrimas. Y es que tus iris color café me recuerdan a una laguna infinitamente profunda en medio de un paisaje volcanico, incluso en un terreno lunar»

Le abrazó, como sólo se puede abrazar a la familia más cercana y añadió, después de ponerse absolutamente colorada cual tomate: «Y a esto, amigos, lo llamo yo amor de hermano»

lunes, 10 de junio de 2013

Por eso...

Si me acompañas por eso no tengo ni hambre, ni frío, ni miedo, ni sueño. No tengas si estoy contigo ni hambre, ni frío, ni miedo, ni sueño. Porque a veces se juntan dos ríos en las noches de diciembre. Porque no sé de donde has salido, toda una vida sin verte. Cántala que sigan los desvíos, Cántala que traiga suerte. Ven que cuando se juntan dos ríos, se hace fuerte la corriente

miércoles, 5 de junio de 2013

Aún la llevaba puesta







Aquel terremoto no removió sólo el suelo de la ciudad sino también sus conciencias, cuando al fin paró todos corrieron y ella, tranquila y serena, hizo lo más natural del mundo se llevó la mano a la nariz. Respiró. «Puff, menos mal», aún la llevaba puesta. Aún seguía siendo pequeña.


miércoles, 29 de mayo de 2013

Nivola

Se le entrecortó la respiración. Se le agitó el pulso. Ya estaba ahí, esa puta opresión de nuevo, esa sensación de fin del mundo ese no saber qué hacer. Era una historia, sólo había sido la recreación de un pensamiento, de un miedo, el  Cuento  (si es que se le podía llamar así) de una pesadilla y, de pronto, parecía como si aquellas palabras hubieran propiciado una realidad aún más espantosa. 

En aquel momento a punto de llorar y gritarle a su almohada se preguntó si los personajes de los cuentos podrían cobrar vida propia y asesinar a su autor. Recordó Niebla de Unamuno y se pensó a si misma peleándose con personajes a los que había dado nombre, vida, presente, pasado e incluso, en algún que otro caso, futuro. 

Gritó en un silencio ahogado que hizo que las pareces de su habitación se estremecieran. 

Lo único bueno de que las palabras, las falsas palabras, las de sus cuentos pudieran hacerse realidad era que quizás, en algún momento, pudiera crear un cuento en el que las cosas salieran bien. En el que un caballero misterioso y especial decidiera ser su amigo y comprendiera cada paso y cada acto de su mente, una mente que, en ocasiones no dominaba. 

Dejó escapar un improperio y volvió a chillarle a la almohada palabras que, os prometo, no queréis que recree en esta ocasión. Siguió llorando hasta quedarse dormida y al hacerlo, sonrió. Parecía ser que, al menos en sus sueños, dominaba todas las variables y sólo tenían verdadera fuerza las cosas que, realmente, le importaban y no las palabras o los cuentos que pudiera pensar, allí sus personajes no podrían volverse en su contra, no encontraría su Niebla (Nivola) personal. 

___
Comentario de la narradora: Este texto lo he escrito porque en alguna ocasión todo autor teme que los personajes que recrea, las situaciones que plantea, los sentimientos que describe se vuelvan en su contra. ^^ ahí os lo dejo. Es mi especial homenaje a Nivola. ^^

Algo cambió

Sintió una leve punzada de decepción. Dejó de esperar mirando al reloj y se revolvió en el asiento. 

Algo había cambiado, lo notaba en el ambiente, en el aire de sus pulmones, en los huesos y sobretodo en el esófago. Sí, las cosas importantes se sienten en el esófago, lo había aprendido hacía ya bastante tiempo de un payaso que, por aquel entonces, contagiaba su entusiasmo por vivir como si de un niño se tratara, lástima que ahora no siguiese teniendo esa capacidad. Pero en fin, ese no era el caso, la cuestión era había sucedido. Quizás cuando menos lo esperaba o necesitaba, pero había sucedido...

Intento explicar cómo de un segundo a otro uno deja de ver con los mismos ojos a alguien sin motivo o lógica aparente. Sed compasivos, es complicado expresar lo que sintió en aquel instante. 


Miró de nuevo el móvil. Nada. El cosquilleo había desaparecido. Seguía existiendo cierta ansiedad, pero no era igual que el huracán que, desde el día que lo conocía, había desbordado su alma. Seguía existiendo algo, una conexión, era un estado perpetuo en el que seguiría buscando sus ojos en determinados lugares públicos a ciertas horas del día pero ya no era lo mismo, sentía en sus huesos que no había retorno y no sabía si aquello era bueno o terriblemente triste. 

Sabía cuál había sido el punto de inflexión pero sólo recordaba caos y miedo hasta que aquel sentimiento de decepción hizo que la luz apareciera de golpe y de pronto la entropía no fuera tal, había cierto orden en el desorden, había calma después de todo.

 Pasó. No sabía controlarlo, camuflarlo o sentir de otra manera, no podía explicar qué era lo que le había sucedido, no tenía claro si aquello les traería paz o, por el contrario, guerra. No podía decir si sería un comienzo o un final."Era", sin más. Pero era algo cierto, algo real, algo sentido. No lo había buscado ni forzado, no había procurado crearlo mediante palabras, es más, ahora las palabras le parecían ciertamente insuficientes para describirlo o tratar de explicarlo, era como tratar de describirle la sensación de maravilla al ver los colores del arcoiris a alguien ciego de nacimiento. Como encontrar una imagen para la entropía. Quizás podía hacerse de un modo sencillo, pero no sabía cómo.

Sonrió y robándole una frase a un amigo pensó: «No sé ser de otra manera»


Café en la mirada


«Tiene Café en la mirada. Eso explica por qué me quita el sueño»
 Café en la mirada...
Nunca se sintió tan orgullosa de sus oscuros y profundos ojos marrón oscuro casi negro.
Era la única con los ojos oscuros en su casa y ese debía ser el motivo... Tenía café en la mirada (en su mente, sus venas y hasta en el corazón)

martes, 28 de mayo de 2013

Entre Perros


María: ¿Por qué se ha quejado Currito?
(Con la oreja de curro aún en la boca)Ada: Puees....
María: ¿Cuántas veces te he dicho que no muerdas al perro?
Ada (soltándole la oreja a curro con cara de resignación mientras curro se pone con el culete en pompa a modo de cazador a ladrar mientras mueve el rabo): Pero mamá... mira!! ¡¡Es él!! ¡¡Quiere jugar!!
María: ¡Curro no ladres! y no insistas Ada, no hay peros que valgan no puedes morder al perro, además el no te...(entrando en el salón)
Antes de haber acabado la frase mi madre entra en el salón, ahora es curro el que mordisquea mi mano juguetón mientras yo le hago burla y me quejo como él al principio
María: ¡Desisto! ¡No sé cuál de los dos es más perro!

lunes, 27 de mayo de 2013

Nueva apariencia

Hacía tiempo que quería darle un aspecto especial a este lugar. Pero no sabía muy bien cómo hacerlo. Aquella tarde llovía a mares, lo cual era curioso si tenemos en cuenta que estaban a finales de mayo en un lugar en el que, por definición, el agua es un bien escaso. Se paró delante de su mesa, desafió a la pantalla del ordenador y posó su mano en el ratón y entonces... Nada. No llegó la inspiración. 

Lo curioso de las ideas es que vienen o brotan cuando ellas quieren, no cuando a uno le apetece. Resopló e hizo un mohín de niña pequeña. Aquello era un fastidio. ¿Por qué diablos no se podía decidir cuándo y cómo tener una gran idea? sería divertido y bastante más productivo levantarse una mañana, sentarse en la mesa de trabajo y decir «Ale, vamos a tener una idea que hoy tengo ganas y fuerzas para llevarla a cabo» pero nada, que no, que no había manera, las cosas no ocurren siempre como uno desearía, más bien diría que al contrario, los acontecimientos suelen sucederse en contra de lo que uno planea aunque, bien es cierto, siempre suelen hallarse soluciones para estos contratiempos. 

Aburrida como estaba (y si me permitís añadirlo, también improductiva en cuanto al ámbito lectivo se refiere) decidió "cotillearse a si misma", o lo que es lo mismo, dado que tiene muy mala memoria, pensó que era buena idea y un entretenimiento saludable, echarle un ojo a lo que fuera que guardase en su mesa de estudio. 

Al abrir el cajón se encontró libros, unos cascos, posit de todos los colores del arcoiris, un par de cuentos engorrinados en hojas de papel arrancadas de cuadernos de amigos o compañeros, un paquete de clinex... en fin, nada del otro mundo, aunque si me oyera decir que los posits no son nada del otro mundo, es posible que me diera una colleja. ¡Siempre le han gustado esos pequeños papeles de colores! dice que le ponen de buen humor, y lo cierto es que, al verlos, dibujó en sus labios un esbozo de sonrisa. 

Se dispuso, después, a investigar qué se hallaba en el armario inferior del mueble. Allí encontró un disco duro con millones de fotos, de historias, de recuerdos y de momentos vividos o por vivir (sí, por vivir también, porque en él había planes de escapadas, de sueños realizables, de aventuras programadas con fecha indefinida). Un par de cuadernos, más libros y una roca con un secreto. 

De pronto sucedió. Se le encendió la bombilla, se iluminó su rostro, apareció su musa, llamadlo como queráis el caso es que la idea brotó. Esta vez, con aquel secreto de tiempos remotos puso la mano en el ratón y sintió vibrar las ideas. Ya sabía qué apariencia tendría el blog, debía ser caótico y dentro del caos ordenado. Tenía que parecer desorganizado a primera vista, para que sólo aquel que quisiera descifrar el enigma que componía se quedase a observarlo, a fin de cuentas era una porción de su vida, o de sus múltiples vidas. 

Tenía que ofrecer, también, distintos formatos al lector, «cada uno-pensó- debería ver las cosas clasificadas según su punto de vista y manías». Por último, y no menos importante, debía significar algo para ella. Así que mantuvo sus colores, su título, su estilo y hasta hizo que cada fuente de letra se correspondiese con algo relacionado con su forma de ser. 

Finalmente observó su obra y respiró...
Aquello volvía a tener la esencia de un lugar cualquiera, eso sí, con tres puntos suspensivos (probablemente hechos de granos de café). 


martes, 21 de mayo de 2013

El suceso del parquecillo

No quería pensar. No tenía ganas o fuerzas para darle más vueltas al asunto. Respiró profundamente y llamó a Kai. 

Kai era un gato negro, pero no era de un negro pardo (como la mayoría de los gatos), o negro con manchas, no. Kai era de un negro absoluto que parecía haber sido sacado de la noche más cerrada del año. Tenía los ojos verde-azulados y el pelo suave como el de un peluche recién comprado. 


Sin embargo, y aunque siempre respondía a la llamada de su ama, esta noche no acudió. Miraba atento por la ventana a un perro grande y juguetón. Parecía un cachorro, debía serlo por cómo se movía y el ímpetu que demostraba. Su dueño, un joven de ojos verdes castaños (de esos que recuerdan a todos los colores de la primavera) jugaba con él mientras, de vez en cuando, había una parada para escribir algo en el móvil. «Qué estará escribiendo a estas horas de la madrugada»- se preguntó. 

Kai arañó la ventana con la pata. Parecía decir claramente, aunque sin palabras «Tengo curiosidad, ¡ábreme!». Así que, como no podía ser de otra manera, su dueña le abrió la ventana. El gato titubeó un poco antes de descolgarse hasta el suelo. Era una noche de primavera, debía ser cálida, sin embargo, el frío del invierno no había abandonado aún el pueblo. Resultaba arriesgado abandonar, por lo tanto, la calidez del hogar para curiosear, pero él era un gato, y, aunque no lo fuera, su forma de ser era aquella, debía hacer lo que le apasionaba y buscar lo que le llamase la atención sin atender a otro tipo de emociones. 

Tras un breve instante decidió dar el paso y salió de casa. Se acercó al muchacho y pasó entre sus piernas llamándole la atención.

«Hola Simpático»- dijo el muchacho mientras le acariciaba y sonreía, ¡y qué sonrisa!, cualquier mujer cuerda hubiese caído rendida a sus pies ante esa media luna anacarada. 

El perro, de color canela, respondió a aquello con un ladrido seguido de un movimiento enérgico de cola. Parecía que de un momento a otro fuera a salir corriendo a por el gato, pero no lo hizo, ante su propio asombro, el del muchacho y el de Kai. 

El joven volvió a escribir en el móvil tras tomar una foto. «Desde luego- Pensó- quien sea que está hablando con él a estas horas debe tener una relación especial con él. Son casí las 2 de la mañana» Tras lo cual el silencio se apoderó del parquecillo trayendo consigo una extraña paz. 

Kai miraba al perro, tratando, quizás de adivinar qué pensaba su amigo perruno que, a su vez, le sostenía la mirada. El joven, por su parte, alternaba su extraños ojos entre los dos, y la muchacha, desde su ventana, observaba la escena disfrutando de cada uno de los personajes que la componían y preguntándose si Kai sabría que se la estaba jugando.

Si era así, si Kai era consciente de que aquel animal era su enemigo natural y una posible amenaza, no lo demostraba en absoluto, es más, parecía que ambos se recreaban en aquella situación efímera. 

Tras unos minutos, que se antojaron horas, Kai salió corriendo, puede que pensara que aquello no tenía futuro, que de pronto fuera consciente del peligro que corría, que ya hubiese disfrutado lo suficiente, que aquel perro hubiese dejado de llamar su atención o, simplemente, que la magia del momento se esfumase; sea como fuere el caso es que salió corriendo y el perro volvió a emitir un ladrido que sacó al muchacho de su ensimismamiento. 

«Vamos a casa»- Dijo el desconocido de la sonrisa perfecta. 

La muchacha observó cómo se marchaban mientras Kai subía, de nuevo, al alfeizar de la ventana. «Será consciente del peligro» reflexionó en voz alta. Me pregunto si se referiría a Kai, a ella misma, al perro o al muchacho que caminaba con cara de concentración mientras escribía en el móvil, ajeno a cuanto le rodeaba.

domingo, 5 de mayo de 2013

Dolores intensos



Tardó tiempo en comprender que, aunque vivía enamorada del océano, desde su ventana nunca se vería el mar. Nadie lo notó pero aquello le dolió más que cualquier despedida.

domingo, 28 de abril de 2013

La nariz de Ada



Se mira y sonríe. El mundo ve una nariz de payaso, pero el reflejo que del espejo le devuelve sabe que tras esa bola de tela que adorna la cara de Ada hay escondido mucho más, hay un poquito de infancia, un mucho de entusisasmo, una pizca de autosuperación, un hueco para la esperanza y un abrazo de libertad. 

Enfila la marcha camino de la residencia. Los días de lluvia a algunos ancianos les da por recordar. Hoy hablaran de sus historias alegres y darán esquinazo a la soledad. Hoy ganarán la batalla a la melancolía y, aunque, sabe que hay personas a las que no les gustan los payasos, no hay excusa para no hacerles sonreír, cuando se tope con ellos, aunque se quite la nariz, su alegría contagiosa seguirá guardando ese matiz rojo esperanza.

viernes, 26 de abril de 2013

Firmado: Ada

Aprendimos a bailar el tango al son de una película en blanco y negro reproduciéndose en una de esas televisiones antiguas de caja de madera cuyo mando a distancia eran nuestros propios dedos. 

Recuerdo, a la perfección, como el salón olía al tabaco de vainilla que fumabas en esas viejas pipas de colección que te hacían parecer sacado de cualquiera de los libros de Conan Doyle. 
Por aquel entonces yo no era muy alta, bueno, en realidad mido 1.55 así que lo que se dice alta nunca he sido, pero en aquellos días todavía mi estatura era menor, motivo por el cual cada vez que me tropezaba o iba a pisarte me elevabas en volandas y me enseñabas cuál sería el próximo paso para que aprendiera a bailar.

Me críe en aquel salón de muebles de madera repletos de libros de páginas amarillas con olor a historia, porque tú me enseñaste que los libros no olían a antiguos o viejos, olían a historia, a aventuras, a recuerdos... Me emocionaba, incluso más, cuando me contabas cómo había llegado ese libro a tu casa que cuando me lo leía. 

Aprendí a vivir eclipsada por las fotos y las diapositivas (que cada viernes pasabas en tu habitual sesión de "cine" en el salón) de todos los viajes que hiciste: Perú, China, Rusia, Hungría, Angola, Canadá, Estados Unidos, Francia, Grecia, Turquía... y sobretodo Argentina. Aún recuerdo como me contabas que el motivo esencial por el que te enamoraste de Iris era la manera que tuvo el día que te conoció de bailar contigo un tango . Uno de esos tangos de verdad que se bailan pegados reproduciendo una escena en la que la pasión, la fuerza, la magia, la rabia y el amor se fusionan para hacer parecer dos cuerpos uno sólo vibrando al mismo son. Aún recuerdo cómo me decías siempre que me parecía a ella cuando era joven. 

Sí, aprendí a bailar un tango en tus brazos mientras me contabas la historia de tu vida. Y desde entonces nunca dejamos de bailarlo cada vez que nos veíamos tú y yo. Porque tú siempre entendiste mi forma de vivir de extremo a extremo del país, siempre cambiando de casa. ¿Cómo no iba a ser así habiendo crecido contigo? Tenía a quién parecerme... Hoy he vuelto a casa, ¡qué vacía está sin ti! pero no estoy triste, aunque ya no estés, porque siempre estarás en cada tango, en cada foto, en cada viaje y en cada libro con olor a historia. ¡Eras muy grande abuelo! ¡Muy grande! =) 

 Fdo: Ada.

Añoranza


El sonido de la lluvia repiqueteaba tedioso, constante, tranquilizador, casi acompasado al tic-tac de un viejo reloj de pared que, olvidado por por un antiguo conocido, decoraba el salón.

 En el sofá, junto a un tazón de chocolate caliente, último vestigio del invierno, una mujer leía uno de esos libros con historia de hojas amarillentas y olor a humedadPodríamos decir que el ambiente era similar al de aquellos silencios triples de los que hablaba Rothfuss en El nombre del Viento.

En la estancia se mezclaban varios olores. Por una parte se podía apreciar cierta esencia de romero, tomillo, pino, humo de leña y tierra mojada; pero, por otro lado, también olía a chocolate, cigarrillos y perfume de mora dulce.

 "Es curioso con qué facilidad olvidamos ciertas sensaciones"- reflexionó en voz alta. 

La principal ventaja de haber regresado unos días a su pequeña casa en Asturias era que podía expresar lo que pensaba en voz alta sin que nadie le hiciera preguntas. Sabía que Melissa y Ella podían entender perfectamente la libertad absoluta que sentía cuando decidía perderse en mitad de las montañas, en aquel pueblo pequeño donde había crecido, un lugar lleno de recuerdos alegres y tristes encerrados en un baúl profundo de si misma. 

Su pueblo era un lugar tranquilo de casas bajas hechas de piedra , perdido entre grandes árboles. Apenas contaba con una centena de habitantes, casi todos ancianos simpáticos encantados de verla otra vez y recordarle las correrías de sus abuelos. Eran gente sencilla, antiguos pastores, labradores y herreros cuyos viajes más lejanos eran los que recordaban por las historias, libros y vídeos de los abuelos de Ada, probablemente los únicos extranjeros a los que llamaron paisanos, a los que consideraron familia. Resultaba cálido y triste, al mismo tiempo, volver a aquel lugar. 

Se desperezó lentamente y dejó el libro sobre la mesa, se acercó al tocadiscos que había junto una de las miles de estanterías que abarrotaban el salón, todas ellas repletas de libros, claro; y escogió un vinilo desgastado por el tiempo en el que había una fotografía en blanco y negro de un hombre con sombrero y casi no podía leerse: Carlos Gardel.

La gramola comenzó a sonar y una lágrima asomó su rostro. No estaba del todo triste, era más bien añoranza

domingo, 21 de abril de 2013

Soledad

Registró los cajones de su mesa de estudio hasta encontrar una cajetilla de Black Devil ya casi olvidada. Tenía Lucky a mano pero lo cierto es que el olor dulzón del chocolate de aquellos cigarrillos azabaches parecía ser más apropiado en esta situación. Las ventanas del piso estaban abiertas de par en par y dejó que el humo se escapara y bailara con el viento hasta acabar desvaneciéndose por completo.

Por un instante, sólo por un instante y en la absoluta soledad de su casa, sonrío y dejó caer una lágrima al mismo tiempo.

Necesitaba estar sola.

viernes, 19 de abril de 2013

Vértigo

Vértigo ¡que el mundo pare! que corto se me hace el viaje.
Y ahora cambiemos el mundo, amigo, que tu ya has cambiado el mío.

:)

Ojalá me quieras libre

Ojalá me quieras

yo te querré deshecho, te querré en la roca viva, te querré en todos los versos que no quieran tus pupilas. Yo te querré en la acequia, te querré en la cumbre fría, te querré cuando el fantasma de tu voz venga a por mí.

jueves, 18 de abril de 2013

La historia

"Voy a contarte una historia" Le dijo Melissa a Ada.

Y comenzó:

«Sólo hay dos opciones»- dijo aquel personaje sosteniendo su mirada.
Cerró la puerta y, mientras lo hacía, dejó caer una lágrima de su rostro que, furtiva y llena de sentimiento, se precipitó contra el suelo. Le hubiera gustado que aquello no sonara tan definitivo, que no se acabara tan pronto, que no muriese antes de empezar.
Respiró profundamente, como si tratase de liberar de su mente cada idea, cada recuerdo, instante o pensamiento. Sé que querría haberse desmayado para no sentir esa quemazón que subía desde la garganta hasta sus ojos, ahora las lágrimas brotaban hacia dentro, se sentía vacía, apunto de desvanecerse, como si el mundo se hubiera roto. No quería decir adiós, pero tampoco quería abrir todas las barreras. Aquel era un sentimiento esofágico, uno de esos sentimientos que no empiezan en la boca del estómago si no algo más arriba, uno de esos que se tienen sólo cuando algo verdaderamente te importa, cuando merece realmente la pena.
Aquella historia, por lo visto era  blanca o negra. No tenía matices de gris. Un gris que, sin embargo, sí existía para ella y que durante la oscuridad de un instante efímero y eterno le había devuelto ciertos alicientes al mundo, cierta magia, que creía extinta.

 Melissa miró a Ada que la observava con cara de preocupación: "Me gustaría decir que todo era sencillo, que había un camino correcto y otro equivocado, que Ella, en esta ocasión podría salir airosa, pero no era así. No era fácil, nunca lo había sido".

Hubiera matado por un black devil en aquella ocasión y mira que no fumaba. Eso era, un cigarro. Si aquella historia pudiera haberse definido de algún modo sería así, una llama que lentamente consume todo mientras libera un sentimiento, un olor y un recuerdo que resultan agradables, que no queremos que se acaben y que si perseguimos acabaran matándonos pero, al mismo tiempo, devolviéndonos la vida "de algo hay que morir". 
Sólo habían dos opciones, y para ella, no eran las mismas. En su mundo sólo podía explicarle su gris y tratar de que lo comprendiese y lo aceptase o, simplemente, dejar que se consumiera. Como "para la última opción siempre había tiempo" trataría de explicarle los matices de su gris y si, sólo si, no era posible que los concibiese entonces y sólo entonces dejaría que aquello acabase como siempre pensó, como nunca quiso, con un adiós que sonaba a "África- Toto"
Y es que Ella comprendió hace tiempo que la vida no era mejor o peor, sólo tenía más o menos alicientes, y perderse aquella historia desde luego sería perder uno de los mayores alicientes que se había encontrado, pero si no quedaba otra opción lo quedaría más remedio que aceptarlo.
Ada miró a Melissa perpleja. 
-¿Y que pasó?- preguntó rompiendo un silencio que Mel parecía haber dejado expresamente para eso.
- No te voy a mentir, aún no tengo ni idea, tendrás que preguntarselo a Ella. Dicho lo cual cogió su bolso y se puso a retocarse el maquillaje antes de marcharse. 
- Mel...¿Qué crees que pasará?- Dijo entonces Ada
- Me gustaría decirte que comprenderá su gris y seguirán escribiendo una historia épica y peculiar, pero lo cierto es que tengo la sensación de que en esta ocasión sólo existe blanco y negro y que, en cualquiera de los casos, Ella saldrá perdiendo pues se quedará sin el gris.

Cerró la puerta tras de sí y dejó en la casa cierto vacío,cierta tensión teñida de esperanza y de miedo.

- Ojalá te equivoques- Dijo Ada- Ojalá aquel personaje vea el gris.



martes, 16 de abril de 2013

Enigma

El sonido del agua de la ducha había dejado de acompañar la melodía "Lade of the Lake" de Enaid y comenzaban a escucharse los primeros acordes de un sólo de guitarra magnífico de Era. Retiró el vaho del espejo y se miró. ¿Cuántos años habían pasado?, a veces tenía la sensación de que en ese cuerpo joven se encontraba alguien que escondía mucha más edad.

Dejó el Albornoz caer. Se miró enteramente desnuda, de frente, de perfil... sobraba un poquito de carne aquí, faltaba un poquito allá y en determinadas zonas la gravedad estaba claro que hacía acto de presencia, pero... tampoco estaba "tan mal".

Comenzó a vestirse y de pronto cierto sentimiento de ansiedad, de esa que se parece a la euforia, apareció en su rostro y, por un instante, se podía deducir qué edad real tenía.

 Se había vuelto a topar con un enigma que estaba dispuesta a resolver.

domingo, 14 de abril de 2013

El Mundo bajo sus pies

Por un instante liberó sus pensamientos, dejó de hacerse preguntas, inspiró profundamente dejando que todo el viento del mundo llenara sus pulmones, bajó la guardia. 

Olía a pino, a tierra mojada y a especias. Era un olor familiar y al mismo tiempo desconocido, tenía toques subjetivos de libertad, paz y tranquilidad. Olía a amistad a ese "algo" que mueve a las personas a conocerse y querer formar parte de la historia de otro, pero también a confianza. Una de esas confianzas ciegas e irracionales que, sin saber por qué, se tienen con un ser que bien podría haber salido sus sueños. 
No hablo de amor, no es eso. El amor, al menos para Melissa, se basaba en conocer bien a la otra persona y amar tanto sus virtudes como sus defectos, lo que sintió fue más una conexión especial, algo que hace que sepas que la otra persona será una pieza clave de tu existencia, hablo de chispa, de... no sé si sabría definirlo, no sé si ella misma hubiera podido hacer algo más que sentirlo. 

Melissa espiró, dejó escapar hasta la última brizna de viento de su interior, observó a su acompañante. "Tiene luz"- confirmó para sus adentros. Abrió los ojos y sonrió. 

- "Es bonito el silencio ¿Verdad?, hay gente que no sabe valorar esos minutos de calma"- Dijo al fin, comenzando una conversación.

Su interlocutor la miró y le devolvió la sonrisa.
No hicieron falta más palabras. Se limitaron a mirar el mundo bajo sus pies.

martes, 19 de marzo de 2013

Querido Mundo:

¿Por qué se empeñan en que recuerde a quien le importo/importé/importaré una mierda?

miércoles, 13 de marzo de 2013

Un final


Contigo me cansé de la coma, de los puntos suspensivos y hasta el punto y seguido por eso puse el final de los finales con un remate redondo de silencio y adiós.

Tu recuerdo es como el de las tormentas de verano y el mío... espero que el mío asemeje a los días soleados de humedad del final de la primavera... a los días de abril y si no es así, lo cierto es que ya no importa. Yo ya no intento descifrar lo que dices con silencios lo que tu palabra no otorga. 

Me limitaré a mirar por la ventana que dejes abierta de tu vida y a sonreír cuando proceda cuando sepa que en tu fosca casa entran algunos rayos de luz. No sabré quién eres ahora, y tú jamás llegarás a conocer quién soy hoy, aunque quizá me veas asomarme desde la otra orilla del lago. 

Somos dos verdaderos extraños que una vez compartieron un alto en el camino. Dos recuerdos difusos sonrientes y casi olvidados, dos arañazos que jamás dejaron cicatriz.

Me encargué de que nuestra historia terminara así, como jamás fue, sencilla y lineal. Sin complicaciones. Agradable y amarga como la taza del café que ya no recuerdo si alguna vez degustamos en alguna terraza de bar. Simplemente un final.

miércoles, 6 de marzo de 2013

Fotos del pasado


Aún huele la mezcla de tierra mojada y pino de ese día de abril.
Había tormenta, pero la de la calle era la que atronaba con menos fuerza, en su corazón aquel día se libraba una batalla en la que jamás hubo vencedores ni vencidos, sólo una decisión.
Siempre le ha gustado pasear, especialmente cuando necesita despejarse, es difícil, por no decir imposible, la libertad que siente caminando durante horas con la mente en blanco mientras, incosncientenmente sus pensamientos se ordenan. Y ese sábado de abril fue uno de esos días que nunca se olvidan.

Dos tormentas se acercaban hacia ella, que desde niña las ha temido, y en lugar de correr se fue a lo más alto del monte para contemplar los rayos y truenos hasta que, finalmente, decidió correr los cinco kilómetros que le faltaban a casa, eso sí, no sin pararse a hacer fotos, no sabía qué le traería la decisión que, sin saber cómo, acababa de tomar, y tampoco sabía lo importante que iba a ser en su vida, sin embargo, tenía la certeza de que debía guardar un pedazo de aquel instante para que, si no lo perdía, en un futuro, pudiera volver la vista atrás y reflexionar sobre ese día, ahora si, con perspectiva.

Es interesante como pasa el tiempo.
Durante años aquella foto, junto con todas las que hizo ese abril, desaparecieron. Algunas no han sido reencontradas aún, aunque probablemente se hallen en algún baúl con forma de cd, perdido en tarrinas escondidas por su habitación. Sin embargo, no hace mucho, su padre le devolvió esa foto...seguía oliendo a pino y tierra mojada, y seguía transmitiendo libertad y adrenalina.

volvió la vista al 2007, a sus decisiones, a ese día. Hizo un recorrido mental desde aquel momento hasta el 2013 y se sintió orgullosa de quien fue y de la persona en la que se ha convertido. No había sido perfecta, ni le hacía falta serlo, algunos la tacharían de ególatra, pero le daba igual, no se cambiaría por el pellejo de nadie, ni cambiaría ni una sola de las decisiones que había tomado. Pese a que algunas le hubieran hecho daño.

Guardó la foto y sonrió... aquel día no había dos... había hasta 4 tormentas (entre las propias y las de la naturaleza) y después de todas ellas llegó el sol.


miércoles, 6 de febrero de 2013

Querido hombre con sombrero...

Iba a escribir un sin fin de palabras que te dijeran que últimamente te cuelas en mis sueños, prácticamente no participas en ellos pero eres, como has sido siempre, una figura que me tranquiliza entre tanta pesadilla, un faro que salva al barco de hundirse en la tormenta junto a la costa... no sé, quizá te me recuerdas la fuerza que tengo cual hermano mayor o padre. Que más da, no voy a escribir mil palabras comentando lo importante que eres para mi, eso si no lo sabes al menos lo intuyes. Sólo quería escribirte:

 "Querido hombre con sombrero no olvides recordar lo mucho que te echo de menos"


 y todo lo demás no importa.

SIEMPRE

Sé que nunca sabrás cuanto te echo de menos, como me muero de ganas por tumbarme en tu cama y escuchar aquella historia la de "La lilola" mientras me abrazas y con tus pies calientas los míos siempre fríos cual témpanos de hielo...

Me gusta pensar que, desde alguna parte de mi corazón o mis recuerdos, eres capaz de ver cómo te quiero, como anhelo caminar hasta el que era tu hogar y verte allí con las gafas puestas y una sonrisa de oreja a oreja. Es increíble, pero, incluso ahora, sigues cuidando de mí.

 Hace poco recuperé una estufa de tu casa. ¿Cuántos años tiene? parece que esta nueva, de hecho, ahora mismo siento su calor... no termino de acostumbrarme a la humedad de Murcia y parece que con ella todo es más cálido. Venía con un pequeño bote de menta y alcanfor, supongo que lo utilizarías para respirar mejor, sería bueno para tu asma, imagino... y ya ves, estaba nuevo, atado con una bolsa al cable de la estufa para que no se perdiera. Siempre me he preguntado si no serías ya adivina, hay tantas cosas que dejaste bien o preparadas...me pregunto si imaginarías que tarde o temprano alguien buscaría aquella estufa y le haría falta el mentol... Otra persona lo hubiera dejado guardado en algún cajón o armario, y quizá nunca lo hubiéramos encontrado o no lo hubiésemos asociado a ella...

Febrero es un mes difícil... No sólo porque te fuiste, si no porque todos los años parece que, idiota de mi, sigo esperando llegar a casa subir las escaleras hasta el segundo y encontrarte allí preparando alguno de tus guisos...¡Que bien guisabas! y en realidad ¡Que bien lo hacías todo! fíjate que han pasado ya 16 años y recuerdo miles de sabores, abrazos, besos, caricias, sonrisas, miradas, mi marioneta de perro y cuentos... Muchos cuentos...

En fin, ya estoy llorando cual enana, así que mejor me despido ya, que si es cierto que desde algún lugar puedes vernos no quiero que te entristezcas, sólo quería escribirte para decirte TE QUIERO, no he dejado, ni por un momento, de quererte en 16 años y ten por seguro que no dejaré de hacerlo.

Hasta pronto