miércoles, 19 de mayo de 2010

Mel, Sora y la llegada de Ada

Ahí estaba Melissa, teniendo la conversación de siempre con su madre, podría haber aportado nuevos argumentos, haber discutido con ella, pero sabía que hiciera lo que hiciese daba igual, tras la fachada de hipotética liberalidad de Sora, Mel sabía que había una mujer desconfiada y bastante clásica (aunque se negara a aceptarlo) y que, en cualquier caso, discutir con ella no tenía ningún sentido, seguía resultando más cómodo decirle lo que quería oír y continuar haciendo lo que le diera la real gana. Sin embargo, siempre se había preguntado, y no sólo por Sora (su madre) si no también por la sociedad en general ¿por qué tenían esa maldita afición de juzgar a la gente?, es decir, si ella conocía a un chico y dos semanas después quería pasar un fin de semana de mini vacaciones con él, o si ( en caso de que realmente le gustara) se lo tiraba en la cuarta o la quinta cita, por qué había gente que se creía capacitada para juzgarla como una puta o para decirle que aquello no estaba bien. ¿Qué seguridad daba conocer más tiempo a una persona?, su madre le había recriminado más de una vez que, mientras vivía en su casa (ahora que vivía con Ella esas conversaciones obviamente no tenían lugar) muchas veces se encerraba en su habitación a ver una peli o cualquier gilipollez con chicos (amigos o no) a los que apenas conocía. «¿Crees que tienes la suficiente confianza con ese chico como para encerrarte con él en tu habitación y dejar que se tumbe en tu cama contigo?» había dicho alguna vez Sora, momento en el que Mel se medio sonreía y pensaba «Madre, si tu supieras lo que he hecho en su cama...», pero bueno, dentro de lo que cabía, su madre era su madre y obviamente era de otra generación y de otra forma de pensar pero ¿y sus amigos?, algunos de ellos todavía alucinaban o eran propensos a juzgarla sólo por el hecho de que se lo hubiese tirado sin llevar meses y meses conociéndolo. ¡Aquello le resultaba estúpido! ¿acaso por saber de la existencia de una persona más meses algo garantizaba que el desastre no fuera mayor? ¡Sandeces! ¡Aquello no tenía ni pies ni cabeza! ¡El mundo estaba loco!

Cuando se percató su madre había acabado de hablar y la miraba espectante. Mel no había escuchado ni media palabra, sus pensamientos le habían resultado bastante más interesantes, sin embargo sabía de sobra lo que había dicho y cuál debía ser su frase: « No te preocupes madre, soy mayorcita y sé lo que me hago, sólo es un amigo» y con las mismas le dio dos besos y decidió marchar hacia su piso a contarle todo a Ella.

Al bajar las escaleras en dirección al portal para salir de una bendita vez de aquel edificio Melissa volvió a sentirse como cuando tenía los 18 recién cumplidos y pensó « ay madre, si tu supieras que me muero de ganas de dormir con él esta noche...» Cuando, por fín, salió a la calle la melodía de Gotta be Somebody de Nickelback comenzó a sonar, ¡la estaban llamando al móvil! descolgó el teléfono sin mirar quien era:

- ¡A las wenas de dios!
- ¡Mel Soy Ely! ¿te has acordado de estar en casa para recibir a la nueva?
- Mierda mierda mierda... ¡Espero que Ada sea una chica paciente! ¡Estoy saliendo de casa de mis padres aún me queda un trecho para llegar!
- ¡Por Dios Melissa, un día pierdes la cabeza! ¡Voy a llamarla para disculparnos! ¡VUELA!
- oído cocina, ¡Tu tampoco tardes!
- Ando en el tren llegando a Aranjuez, aún me queda un rato para llegar a Atocha y de allí al piso, así que ¡corre como alma que lleva el diablo!
- Si me llevase el diablo no correría, viendo lo visto, que seguro que Dios es tan criticón como mi madre
- Ok Mel, pues corre como si te estuviesen robando tu peluche preferido
- ¡Eso es muy cruel Ely! pero capto el mensaje. ¡Nos vemos! ¡Cambio y corto!
- Recibido

Mel llegó al metro picó y deseo, con todas su fuerzas, que Ada fuera una mujer paciente y de esas como Ely que jamás la juzgaba por acostarse con quien quisiera o pillarse por el primero que le llamase la atención.

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