lunes, 30 de mayo de 2011

Amigos

DIIIIIIIIN-DOOOOOOOOOOOOOOOOOOONG- El timbre de la puerta suena
Melissa pega un bote y se cae de la cama. El pelo enmarañado le impide ver la hora que es, pero está convencida de que lleva menos de tres horas en la cama, la anterior fue una noche larga... aunque, por desgracia, no fue de fiesta.

DIIIIIIIN- DOOOOOOOOOOOOOOONG- El insaciable timbre vuelve a atronar
Maldita sea- piensa, y antes de levantarse del suelo pega un grito- ¿ESPERÁIS VISITA?- Les dice a sus compañeras de piso. De la respuesta lo único que entiende es un "Mata a quien sea tienes mi permiso" que debe ser de Ella- Melissa ríe, siempre le ha hecho gracia el mal despertar que tiene su amiga Ella.

DIIIIIIIIIIIN- DOOOOOOOOOOOOOONG- Como si cada vez sonara más fuerte el timbre taladra el cerebro de Mel y de sus dos compañeras.

Melissa se levanta del suelo y, descalza, camina hacia la puerta de aquel piso madrileño. Es sábado, los sábados NADIE debería madrugar. Se dirige enfadada hacia la entrada, lleva paso ligero y va decidida.

-¿QUIÉN COJONES ES A ESTAS HORAS DE LA MADRUGADA?-Dice en un tono que probablemente haya despertado a los vecinos
- Abre la puerta Mel- dice una voz familiar
Es él, su amigo, el "gilipollas" por el que se pasó toda una noche de viernes sin salir y sin dormir.
- ¿Qué quieres?
- Tu abre - dice él convencido

Melissa abre la puerta. Manuel trae cuatro cafés y una bolsa de churros.

- Si me dejas entrar te suministro cafeina, prometido
- Eso es chantaje- dice ella esbozando el primer indicio de sonrisa
- Sí, pero un chantaje que tú aceptaras

Melissa le deja pasar, Manuel va a la cocina deja las cosas y antes de que Mel haya cerrado la puerta le da un abrazo. Melissa sonríe, acaba de comprender que la amistad no se puede perder por una tontería, aunque preferiría haberlo descubierto tres horas más tarde.

- A DESAYUNAR GAMBERRAS DORMILONAS- Grita Manuel desde la cocina refiriéndose a Ada y a Ella, lo cual le hace ganarse un almohadazo de parte de esta última por haberla despertado. Pero, al fin y al cabo, son amigos y a un amigo se le perdona, incluso, despertarte un sábado a las 10.

domingo, 29 de mayo de 2011

¿Se podía?

Había perdido ""parejas"" por simples tonterías o desacuerdos de opinión. Había perdido amigos por traiciones o por decepción.Pero... ¿se podía perder a un buen amigo por una tontería?...

volvió a mirar el teléfono...NADA
se moría de ganas de decirle que ahora todo le iba bien (salvo el dolor de tripa) que estaba acojonada por si le decían que no podía volver a tomar pescado nunca más y que, al mismo tiempo, se moría de ganas de verle... pero... no daba señales de vida, no sabía nada de él, y lo último que habían hablado había sido una discusión...

¿Se podía perder a un amigo que siempre estaba ahí por una estúpida divergencia de opiniones? ¿se podía?...¿se podía...?

miércoles, 25 de mayo de 2011

Compensar lo malo con lo bueno

Ada borró de su lista de tareas pendientes de hoy la que sugería que debía escribir haciendo una reflexión sobre los motivos por los que no se había quedado en la acampada de sol que resumidamente se quedaban en la falta de unidad por causa común y la dispersión en mil y una causas que vendrían de la mano si se luchase por la común. Pero hoy no quería redactar los motivos y las soluciones para aquello. Hoy no quería reflexionar sobre ni uno solo de sus malos pensamientos.

Ada siempre ha tenido la teoría de que para poder enfrentarse a los "fantasmas" de los días, es necesario que la lista de pensamientos positivos le lleve ventaja a la de los negativos ya que si no las probabilidades de hundirse en cada reflexión aumenta exponencialmente. Así que, hasta que el día no viera incrementada la lista de buenas vibraciones no había que ponerse a intentar profundizar en las malas, que si no, como decía siempre, "la mirada negativa manda"

Se preparó un té, porque hoy era día de té no de café (aunque ciertamente siempre le apetecía un buen café si lo preparaba Elly) y se dispuso a estudiar y a revisar el correo. "Veamos qué nos depara el día" dijo tachando de la lista alguna de sus grandes ideas del día anterior.

lunes, 23 de mayo de 2011

Sms de Mel a Ella

Hazme pensar en otra cosa.
Demasiado ""Tiempo libre"" me está matando...
Acabará conmigo...
Acabará conmigo...

lunes, 16 de mayo de 2011

Murphy, Mel y Madrid comparten M

Madrid.

Madrid es una ciudad muy grande... no, creo que no debería empezar por ahí... veamos.

Melissa es...Sí, ese es mejor comienzo

Melissa es una de esas personas que se arreglan y se ponen sexys o elegantes hasta para comprar el pan o tirar la basura. Es difícil, o mejor dicho, casi imposible, verlas desarregladas por la calle. Disfrutan comprándose mil modelitos y eligiendo cómo los van a combinar, aunque claro, si tienes el cuerpo de Melissa cualquier combinación será la ganadora ya que es harto complicado que algo le quede mal. Pero hoy Melissa se ha saltado sus normas, y es ahí donde entra la explicación de lo grande que es Madrid.

Madrid es una ciudad enorme, tiene como que unos 3.213.271 habitantes, y miles y miles de calles, esto quiere decir que es bastante improbable que si alguien vive lejos de tu barrio (en la otra punta de Madrid) un día, al sacar el pan, te lo cruces. No es como en un pueblo o en una ciudad pequeña como Albacete o Palencia. Madrid te obsequia con cierto anonimato, cierta soledad acompañada, que en ocasiones es perjudicial, pero que, otras veces resulta bastante beneficiosa.

Pues bien, hoy, ¡horror de horrores! Melissa estaba hasta las narices de todo. No había pan en casa, Ada estaba con su novio, Ella no iba a volver hasta las mil de la noche y hacía un repelente calor de espanto. En cualquier otra ocasión habría sido un día perfecto para coger una minifalda, una camiseta de tirantes unas bonitas sandalias de taconazo, el bolso y dinero y largarse a tomarse una cerveza bien fría con cualquier personeja de la lista de contactos de su móvil, pero hoy, hoy era uno de esos horribles días en que te despiertas con el pie izquierdo, suena el teléfono con una bronca familiar, tienes mil tareas pendientes, doscientos libros acumulados sobre el escritorio que tienes que leer y/o estudiar y mil problemas resonando en la cabeza. Uno de esos días en los que te duchas por la noche antes de ir a dormir y prefieres no salir de casa. Pero claro, ¿ya he dicho que no había pan, verdad? bien, pues el pan sería secundario si no fuera porque ¡horror de horrores! no quedaba tampoco café, y, oigan, no hay nada peor que cualquiera de los miembros de la casa de Mel (incluida Mel y sobretodo Ella) se despierte a la mañana siguiente y no haya café que llevarse al gaznate.

Por todo ello Mel ha cogido la primera camiseta que ha visto (una de Metallica que le queda cinco tallas grandes y le robó a uno de sus ex hace ya un par de años, cuando viajaba en un viejo peugeot con la música a todo trapo y sin el permiso de sus padres) unos pantalones cortos rotos, remendados y con miles de parches (de esos que tienes para estar por casa más por el valor sentimental de cuando los cortaste y del tiempo que han pasado contigo, que por lo útiles que vayan a ser) y unas "Converse" más que rotas bombardeadas, no se ha peinado (por lo que parecía el león de la metro) y con sus maravillosas ojeras sin maquillar, sus ojos legañosos y sus pintas ha cruzado la carretera ha llegado al supermercado de la esquina y se ha dispuesto a comprar café.

Hasta aquí, más allá de lo extraño que es que Mel rompa una de sus reglas, no hay nada particular. Pero es que... Madrid tiene también otra cosa, es una de las ciudades que más ama las leyes de Murphy, especialmente el pilar básico de las leyes de Murphy "Si algo puede salir mal, inevitablemente saldrá" y así ha sido, antes de llegar a pagar, Mel se ha topado con él, con el único él por el que hubiera dejado su mundo entero, por ese él que la destrozó, ese por el que los cigarrillos de lucky en ocasiones se encendían sin motivo aparente para los demás, o por el que determinados bares de Madrid estaban prohibidos, ese por el que Melissa y Madrid comparten algo más que la M y, no sé si lo entenderán o no, pero para Mel no hay nada peor que ver un fantasma de su pasado y no poder hacerle frente con un gran look y una fachada a modo de coraza que diga sin necesidad de hablar "todo me va bien no me haces falta" aunque sus ojos tristes recen lo contrario.

Él la ha mirado, la conoce, sabe que hoy no es día para saludarla y aunque ha intentado disimular que la ha visto, Mel se ha dado cuenta, ha pagado el café todo lo rápido que ha podido y ha huido. Al llegar al portal se ha puesto a llorar y ha pensado que Madrid en ocasiones, da asco.

Como me gustaría que algún día supiera que para él, tampoco ha sido un día fácil, que para él siempre estuvo más guapa natural y sin arreglar y que al verla así le ha dado un vuelco el corazón. Como me gustaría que los dos supieran que son idiotas y se comportan como tal aunque vivan en dos puntos diferentes de la ciudad... pero no lo sabrán porque yo, narradora obnisciente, no puedo decírselo y supongo que ese es también el encanto de estos dos cazurros.

Ella y las relaciones sociales

Llevaba tiempo intentando aprender cómo funcionaban las personas. No es que Ella no fuera humana, entendedme, era una persona como cualquier otra, pero las relaciones sociales nunca fueron lo suyo y lo cierto es que cada día comprendía menos como funcionaban las uniones entre amigos o parejas, cada una era de una manera y parecía imposible que cuatro relaciones se basasen en lo mismo. Dos aún era posible, pero cuatro... cuatro ya era otra cosa y ¿cómo iba a sacar un patrón de todo si no había una regla básica?

Se tomó un café, miró por la ventana de la cocina, bajo ella: los coches, los viandantes, los primeros camiones llevando los primeros periódicos a los kioscos, era temprano, aún no había terminado de amanecer, y ella tenía que irse a la facultad. Suspiró y mientras acababa el café pensó que las relaciones con los animales y los seres unicelulares microscópicos le parecían mucho más sencillas, quizás por eso se hacía bióloga.

miércoles, 11 de mayo de 2011

La mujer espiral y el hombre con sombrero

La mujer espiral siempre ha hecho magia con las palabras y los gestos. Es inocente desde los pelos de su cabeza hasta la suela de los zapatos que lleve puestos. Una vez fue salvada por el hombre con sombrero, pero creo que, aunque no lo sepa (como la canción de Quique González) ella también lo salvo sin saberlo.

La mujer espiral vive a caballo entre Madrid y Toledo, las noches frías en que me siento perdida, siempre acaba dando señales de vida y recoge los pedacitos que quedan de mi para volverlos a montar con cariño. No suele juzgar a la gente y una vez me dijo que me admiraba aunque, de todas las cosas que me han dicho, esa resulta la más paradójica ya que es ella la que genera admiración en mi.

La mujer espiral y el hombre con sombrero podrían ser personajes de libros, de películas o de cuentos, pero son los personajes de mi día a día y de mis mejores momentos. Que os voy a decir que no podáis imaginar después de esto... La mujer espiral y el hombre con sombrero son dos grandes personas de esas a las que uno quiere sin darse cuenta, de esas que no abundan, de esas que uno sabe que no debe dejar escapar y hoy me apetecía decirlo en "voz alta". Porque sí, porque son muy grandes.

Ya ves

Todo lo que no me atrevo a decir en voz alta te lo escribo en un papel y te lo escondo bajo la almohada. Ya ves, a veces las cosas son mejor por escrito y otras, son sólo la manera de recordarte lo mucho que aún te sigo queriendo... lo mucho que me importas.

Melissa. Ahogadilla.

Melissa miró a Ella fijamente, después sacó su caja de Lucky Strike, como tantas otras veces, encendió un cigarro y dejó que el humo la envolviese. Había llorado, estaba claro, había vuelto a tener una de aquellas peleas que la distanciaban de aquel mundo, el mundo de su familia, cada vez más. Se fue a por una cerveza, se quitó las botas y volvió a sentarse junto a Ella. Sujetaba el cigarro temblorosa, como si Godzilla hubiese tomado la ciudad y aquel fuera su último cigarro. Le dio otro trago a la Alhambra y habló:

"Sería casi imposible describir la sensación. Quizás, para que me entiendas, se parece bastante a cuando te han hecho una ahogadilla en la parte honda de la piscina y sientes que te han mandado demasiado abajo y no tienes aire en los pulmones. Necesitas salir a la superficie, luchas por salir con todas tus fuerzas, te falta el aire, notas como late tu corazón y estas agobiada, al final cuando consigues salir, lo único que quieres es largarte de la piscina, estar lejos de ella y tal vez, más adelante, te haga falta un abrazo. Sabes que no era la intención de quién te hizo la ahogadilla, tú sabes que tu amigo sólo quería gastarte una broma, sabes que si hubieses tomado aire, si no hubieses estado tan cansada, si te hubieras encontrado en la parte honda y hubieses podido impulsarte con el suelo para salir, no te hubieras sentido al borde del abismo, no hubieras sentido como el corazón se te iba a salir del pecho mientras tu cuerpo casi convulsionaba. Pero, aunque su intención no fuese mala, aunque quizás en otro momento nunca le hubieses dado tanta importancia, ese instante no era como los demás, en ese instante te hundieron, te hundieron y a ti, a ti te hacía falta aire..."

Ella miró a Melissa, no sabía si acercarse a darle un abrazo o quedarse quieta. Cuando Mel se encontraba como hoy, nunca había una pauta para actuar, en ocasiones quería soledad, otras veces sólo necesitaba un abrazo... hoy, hoy no se sabía qué era lo que quería, no daba pistas, sólo estaba ahí, bebiendo y fumando, temblando. Quizás lo único que necesitaba era pensar en voz alta.

"Cuando uno se siente así, cuando uno ve desde debajo del agua la superficie y parece como si nunca pudiese salir, como si se alejase cada vez más, solo piensas que quizás eso sea el final, aunque te niegas a creerlo pese a que tus pulmones ya no puedan dar más de si, al final siempre sales, y siempre tienes la sensación de que era cuestión de segundos que decidieras dejar de luchar, aunque al final no lo hiciste. "

Volvió a pegarle un trago a la cerveza, y la terminó. Había bebido bastante rápido y ya se había acabado dos cigarrillos. Se levantó mientras se calzaba miró a Ella. Hoy no necesito que te acerques, no te preocupes, has hecho lo correcto. Cogió el bolso, las llaves y antes de salir a la calle dijo:

"no sé cuándo volveré, hoy debo cruzar la calle por su parte ancha"

Y se fue. Se fue como las grandes actrices de blanco y negro, con la cara desencajada, completamente hermosa y elegante, pero destrozada, totalmente destrozada. Puede que pasase un par de días entre hoteles y bares, o escondida en cualquier pueblo de Madrid. Puede que volviera esa misma noche harta de dar vueltas en el metro, o, conociéndola, puede que se despertara en cualquier casa ajena con un buen amigo y una mala película de terror. Cada vez era diferente y cada vez le afectaba más. Aquello, como la "ahogadilla" acabaría por serle indiferente o, el peor de los casos, acabaría con ella.