miércoles, 11 de mayo de 2011

Melissa. Ahogadilla.

Melissa miró a Ella fijamente, después sacó su caja de Lucky Strike, como tantas otras veces, encendió un cigarro y dejó que el humo la envolviese. Había llorado, estaba claro, había vuelto a tener una de aquellas peleas que la distanciaban de aquel mundo, el mundo de su familia, cada vez más. Se fue a por una cerveza, se quitó las botas y volvió a sentarse junto a Ella. Sujetaba el cigarro temblorosa, como si Godzilla hubiese tomado la ciudad y aquel fuera su último cigarro. Le dio otro trago a la Alhambra y habló:

"Sería casi imposible describir la sensación. Quizás, para que me entiendas, se parece bastante a cuando te han hecho una ahogadilla en la parte honda de la piscina y sientes que te han mandado demasiado abajo y no tienes aire en los pulmones. Necesitas salir a la superficie, luchas por salir con todas tus fuerzas, te falta el aire, notas como late tu corazón y estas agobiada, al final cuando consigues salir, lo único que quieres es largarte de la piscina, estar lejos de ella y tal vez, más adelante, te haga falta un abrazo. Sabes que no era la intención de quién te hizo la ahogadilla, tú sabes que tu amigo sólo quería gastarte una broma, sabes que si hubieses tomado aire, si no hubieses estado tan cansada, si te hubieras encontrado en la parte honda y hubieses podido impulsarte con el suelo para salir, no te hubieras sentido al borde del abismo, no hubieras sentido como el corazón se te iba a salir del pecho mientras tu cuerpo casi convulsionaba. Pero, aunque su intención no fuese mala, aunque quizás en otro momento nunca le hubieses dado tanta importancia, ese instante no era como los demás, en ese instante te hundieron, te hundieron y a ti, a ti te hacía falta aire..."

Ella miró a Melissa, no sabía si acercarse a darle un abrazo o quedarse quieta. Cuando Mel se encontraba como hoy, nunca había una pauta para actuar, en ocasiones quería soledad, otras veces sólo necesitaba un abrazo... hoy, hoy no se sabía qué era lo que quería, no daba pistas, sólo estaba ahí, bebiendo y fumando, temblando. Quizás lo único que necesitaba era pensar en voz alta.

"Cuando uno se siente así, cuando uno ve desde debajo del agua la superficie y parece como si nunca pudiese salir, como si se alejase cada vez más, solo piensas que quizás eso sea el final, aunque te niegas a creerlo pese a que tus pulmones ya no puedan dar más de si, al final siempre sales, y siempre tienes la sensación de que era cuestión de segundos que decidieras dejar de luchar, aunque al final no lo hiciste. "

Volvió a pegarle un trago a la cerveza, y la terminó. Había bebido bastante rápido y ya se había acabado dos cigarrillos. Se levantó mientras se calzaba miró a Ella. Hoy no necesito que te acerques, no te preocupes, has hecho lo correcto. Cogió el bolso, las llaves y antes de salir a la calle dijo:

"no sé cuándo volveré, hoy debo cruzar la calle por su parte ancha"

Y se fue. Se fue como las grandes actrices de blanco y negro, con la cara desencajada, completamente hermosa y elegante, pero destrozada, totalmente destrozada. Puede que pasase un par de días entre hoteles y bares, o escondida en cualquier pueblo de Madrid. Puede que volviera esa misma noche harta de dar vueltas en el metro, o, conociéndola, puede que se despertara en cualquier casa ajena con un buen amigo y una mala película de terror. Cada vez era diferente y cada vez le afectaba más. Aquello, como la "ahogadilla" acabaría por serle indiferente o, el peor de los casos, acabaría con ella.

1 comentario:

Ayre dijo...

siempre he odiado esa sensación, la verdad.
Seguro que Mel puede con ella, no acabaría con ella esa sensación.