Se acercó con una sonrisa y una foto en las manos, la enseñó y esperó respuesta.
«Me gustaría bucear en tus ojos, bañarme en ellos y caer de nuevo al mundo a través de las cataratas de tus lágrimas. Y es que tus iris color café me recuerdan a una laguna infinitamente profunda en medio de un paisaje volcanico, incluso en un terreno lunar»
Le abrazó, como sólo se puede abrazar a la familia más cercana y añadió, después de ponerse absolutamente colorada cual tomate: «Y a esto, amigos, lo llamo yo amor de hermano»