martes, 17 de diciembre de 2013

Buenas Compañías...

Daba lo mismo trasnochar si lo hacía en buena compañía. Aunque aquello implicase horas de Trabajo de Fin de grado, descentrarse bastante a partir de las tantas de la madrugada,  risas, recuerdos y, sobretodo, falta de horas de sueño. Lo importante era que la compañía fuese buena y aquella noche, desde luego, lo era.

sábado, 14 de diciembre de 2013

Soledad era su nombre

Cuando por fin se encontró frente a frente con ella comprendió que era una de esas personas a las que ninguna descripción podía hacer justicia. Tenía en la mirada la paz de un cielo de verano en calma, la fuerza de cien huracanes y la calidez que sólo pueden tener las madres y, aunque sus ojos podrían haber hechizado al más duro de los caballeros de los cuentos de hadas, su encanto no residía en aquella mirada si no en algo más sencillo y espectacular: una sonrisa que sólo podía pertenecer a los ángeles.

Ella sabía que ese primer encuentro iba a ser especial, había oído hablar de aquella mujer en muchísimas ocasiones y, en todas ellas, siempre se había sentido intrigada y emocionada. Se preguntaba hasta que punto su interlocutor habría exagerado producto de la devoción y el amor incondicional de un hijo por su madre. Sin embargo al verla, al tenerla delante y hablar con ella comprendió que no había exceso en aquellas descripciones si no más bien recato en las palabras, y una falta absoluta de vocabulario en el lenguaje que pudiera expresar la magia y la fuerza que aquella mujer desprendía.  Aquello curiosamente, no le sorprendió pues, en aquel momento, todo encajaba. Era como si, de pronto, hubiese encontrado la pieza que faltaba para acabar el rompecabezas que estaba haciendo y es que aquel encanto innato ya lo había percibido en alguien más joven y despistado que había heredado, como suele ocurrir, lo mejor de cada casa.

No obstante nada ni nadie, ni siquiera aquellos primeros encuentros, podría haberla preparado para aquella bomba de relojería que, sin saber cómo o por qué de pronto le estaba leyendo y robándole una lágrima emocionada. No supo si abrazarla o comérsela a besos y es que ¿Cómo se reacciona ante alguien que es capaz de robarte el aliento? ¿Alguien a quien apenas conoces y ya le tienes tantísimo aprecio? Se acercó a aquel huracán de sensibilidad y emociones y se limitó a darle un sutil abrazo agradecido, perplejo y lleno de cariño. 

-«Esto se merece una venganza»- dijo

Y aunque no hubiera palabras que pudieran describir a aquel ángel hecho persona, desde luego, al menos, habría un cuento relatando que, por suerte, en este mundo aún quedan este tipo de personas que brillan con luz propia que, sin saber cómo o por qué, te tocan la fibra más sensible y te hacen sentirte como en casa pese a estar a más de 500 km de distancia. Ese tipo de gente que, aunque probablemente lo ignoran, desprenden ese nosequé que queseyó, que hace que uno siga creyendo en la magia.