viernes, 21 de mayo de 2010

Los crêpes de Ada

Ada se despertó entre un sinnúmero de cajas algo desorientada. Tardó un rato en comprender que aquella era la habitación de su nuevo piso y con ello, que ahora era, por fin, independiente. Una oleada de buen humor la invadió y decidió ir a prepararle el desayuno a sus nuevas compañeras de piso.

Cuando Mel y Elly se despertaron, la casa entera olía a crêpes. Ambas dieron un brinco y salieron de sus respectivos cuartos para encontrarse en el pasillo y avanzar a la par en dirección a la cocina. Allí estaba Ada con una camiseta (3 o 4 tallas grande) de la selección española de baloncesto y una bandeja llena de ricos y apetecibles crepês. La cafetera comenzaba a sacar el café recién hecho y la mezcla de esos olores sedujo tanto a las antiguas inquilinas, que no pudieron evitar salir corriendo a darle un abrazo. Sin embargo lo más gracioso aún estaba por llegar:

- ¿Y esto? - Preguntó Elly con sonrisa galguera mirando el desayuno- ¡No es fiesta!
- Ehm.. bueno, primero, no creo que haga falta que sea fiesta para hacer crêpes - dijo guiñándole un ojo- y segundo, bueno... ayer me recibisteis muy bien y hoy me apetecía agradecéroslo, además ¡me he levantado de muy buen humor!
Mel no había perdido el tiempo y aprovechando la coyuntura se había dirigido al salón para poner en la minicadena una selección de las canciones - en su opinión- más geniales del rock. De esta manera, al ritmo del Highway to Hell de los AC/DC entró de nuevo en la cocina en el momento oportuno

- Además - añadió Ada ruborizandose- tengo un problemilla... ehm... tendréis que tener paciencia conmigo y, si es posible, enseñarme a cocinar porque, como nunca he vivido sola, sólo sé cocinar dulces

Melissa miró a Ella y comenzó a reir a carcajada limpia. Mientras Elly explicó:

- Perdónala, cuando llegó a esta casa dijo exactamente la misma frase que tú, tuve que enseñarle a cocinar y, lo cierto es que, como se descuide, ya cocina mejor que yo.
Ada también se echó a reír aliviada.

Y así tres mujeres, en pijama, desayunaron crêpes, a ritmo de los clásicos del rock ´roll, un viernes cualquiera, sin necesidad de que fuera fiesta, y con una sonrisa de oreja a oreja.

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