martes, 11 de mayo de 2010

Mel, Altaïr y la luz del sur.

Foto (como la del ruta 66 hecha por mí): La luz del sur, un pequeño tuvo de pesca del Decathlon, recuerdo de Altaïr y de las noches en Alborea

Mel estaba sola en casa. Ella había ido a pasar la semana con su familia. Como ,por otra parte, resultaba lógico y razonable. Sin embargo, aquel era un día pésimo. Horrible, y aunque, no en vano, había intentado sonreír, con resultados muy positivos en varios momentos de la jornada, al llegar a casa el mundo se le había echado encima. Tenía mono de Ella, de uno de esos abrazos que daba ocasionalmente sólo cuando Mel más los necesitaba. Quería estar con alguien. Quien fuera... Pero la realidad era otra. La casa estaba vacía y ella se sentía completamente perdida... De pronto recordó la vieja historia de Iris y Altaïr. Se le pasaron por la mente miles de recuerdos y salió corriendo desde el sofá hasta su habitación. Abrió el armario. Hurgó en su vieja caja de zapatos (que llenaba con objetos que para ella eran importantes, aunque no tuviesen ningún valor reall) sacó un paquete de luces de pesca («similares a las de las discotecas de nochevieja»- pensó mientras reía recordando parte de una antigua conversación con Altair). Dobló con todas sus fuerzas el pequeño tubo y el líquido verde luminoso comenzó a iluminar la oscura estancia. Se tumbó en la cama y se quedó mirándolo hasta que se calmó y, por fín, pudo dormirse. Altaïr llevaba razón cuando dijo aquello de que si algún día se sentía sola, perdida, a oscuras... si encendía esa luz él estaría ahí, como la vez que durmieron en el río, como siempre que él, consciente o inconscientemente la había salvado. ¡Que reconfortante era aquella luz del sur pese a que hiciera eones que no sabía nada de su amigo!. Si mañana se acordaba probablemente agarraría el teléfono y le contaría la batallita de la luz y sus pensamientos.

1 comentario:

Ayre dijo...

Ya sabes, enciende y llama ;) hoy libra en el curro asi que seguro que le pillas.tk