martes, 8 de junio de 2010

El arte es un arma cargada de futuro

A Ada le encantaba sentarse a ver los payasos. Pero también adoraba participar en la escuela de circo (que había dejado tiempo atrás allá en Asturias) y las actuaciones que tenían lugar en los parques delante de muchos niños. Sin embargo, de entre todas las cosas, la que más le llamaba la atención eran los juegos malabares, y eso que nunca se le dieron demasiado bien, y es que tenía la sensación de que aquello se convertía en una compleja danza mágica para robar una sonrisa.

Así que, después de un par de semanas viviendo en Madrid, decidió desempolvar su vieja nariz de payaso sus pelotas de colores y esas enormes ganas de «vivir viviendo» que cantaba Luter para volver «a escena» que como rezaban en Noviembre «El arte es un arma cargada de futuro»

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