domingo, 21 de abril de 2013

Soledad

Registró los cajones de su mesa de estudio hasta encontrar una cajetilla de Black Devil ya casi olvidada. Tenía Lucky a mano pero lo cierto es que el olor dulzón del chocolate de aquellos cigarrillos azabaches parecía ser más apropiado en esta situación. Las ventanas del piso estaban abiertas de par en par y dejó que el humo se escapara y bailara con el viento hasta acabar desvaneciéndose por completo.

Por un instante, sólo por un instante y en la absoluta soledad de su casa, sonrío y dejó caer una lágrima al mismo tiempo.

Necesitaba estar sola.

2 comentarios:

Eterna reflexion dijo...

que ricos esos cigarritos de chocolate :)

Em.Lorenzo dijo...

:) completamente de acuerdo