miércoles, 4 de agosto de 2010

sexo.


Melissa llevaba todo el día enferma en casa viendo Sexo en Nueva york. Mel era tan Samantha que la serie básicamente merecía la pena sólo por no sentirse la única mujer del planeta que gozaba del sexo sin compromiso sin sentirse una zorra. Porque, en realidad, ¿por qué tener relaciones sexuales con alguien que te resulta interesante pero al que no amas está tan mal visto? y, sobretodo, ¿por qué cuando ese tipo de sexo se veía en televisión parecía tan normal pero cuando era una amiga o uno mismo el que lo tenía parecía tan horrible? Puede que Mel tuviera las anginas como dos puños y llenas de pus, puede que la cabeza fuera a estallarle y que todo su sex-appeal se hubiera desvanecido bajo la camiseta de la selección española de baloncesto con la que dormía, pero desde luego, el mundo sufría de una hipocresía aguditis en su fase terminal. Miles de mujeres veían esa seríe y cantaban canciones como Puta de extremoduro o con letras de reggeton que incitaban al más puro sexo salvaje ¿por qué entonces ella era una zorra y el resto del mundo tenía derecho a juzgarla? Mel se acostaba con quien le daba la gana, cuando le daba la gana, y algunas de esas personas habían llegado a ser grandes amigos (incluso cuando se echaron parejas) ¿qué más daba conocer una mente interesante follándosela que a base de llamadas y quedadas con tensión sexual no resuelta?

Melissa creía en el compromiso, pero sólo en el compromiso después de las fases apropiadas. Sexo, conocimiento, sexo, comprensión, sexo, apoyo, sexo, confianza y después... AMOR y sexo salvaje, pero sobretodo amor con mayúsculas y en letras de Neón en tamaño 72 de la letra IMPACT seguido de múltiples orgasmos. Y como no podía encontrar nadie que entendiera eso, Mel seguía fumando en su ventana mandandole cartas al rey de los sapos esperando quizás, una respuesta del destino. Aunque puede que, en el fondo, ella fuera una de esas personas fóbicas al compromiso que viven su vida como espiritus libres.

una tos la sacó de su ensimismamiento. Se encontraba mal y estaba sola en el piso. ¡Malditas vacaciones de verano, sus niñas estaban por ahí dándose a la buena vida y ella estaba enferma y sola en la casa de sus padres!... echaba de menos el abrazo de alguien que la reconfortara... Ese era uno de los inconvenientes de estar sola, puede que debiera agregar a la lista de fases: ponerse enferma y tener abrazos mimosos por compasión.

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