jueves, 16 de abril de 2015

Un alto en el camino

Se sentó en la mesa del ordenador. Miró a la pantalla sabiendo que había mucho trabajo por delante. Hoy era uno de esos días de nervios y trabajo. Hoy tocaba esperar sentada y desear, con todas sus fuerzas que las cosas estuvieran yendo como debían. 
Encendió un cigarrillo. No solía fumar, pero la caja de Lucky estaba sobre la mesa de su escritorio por un compendio de casualidades que hacían imposible no plantearse ese ataque contra sus pulmones. Sabía que con ello estaba restándose años de vida pero, finalmente, no pudo evitar encender aquel cigarrillo aunque sólo fuera para llenar de humo la estancia y sentirse más tranquila. 

Nunca había sido fan del tabaco, es más, en los últimos años había comprendido a todos aquellos que formaban parte de "la liga antitabaco", sin embargo, comprendía que para algunas generaciones, entre ellas la suya, encender un cigarrillo no era sólo una cuestión de vicios o gustos, sino más bien un acto de rebeldía. Era como desafiar a la muerte, a la educación y al mundo, todo a una, cuando uno estaba a punto de estallar por nervios, tristeza, dolor o , incluso, felicidad. ¿Por qué otra razón iban si no a repartirse puros en las bodas?

Dio una calada y dejó que el humo pasase por su boca y saliese por su nariz. Esta primera calada no quería entrar directa a matar, no podía encontrar el camino a sus pulmones. Tosió, hacía mucho que no fumaba. O por lo menos, que no fumaba tabaco, el humo de las shishas, además de no contener nicotina era menos denso, menos fuerte. Puede que te matara igual, pero al menos lo edulcoraba con  sabores afrutados que no recordaban a la muerte. Sin embargo, aquel cigarrillo era diferente, sabía a ceniza y desafío. 

Revisó el facebook. Ninguna notificación. No le resultaba raro, nunca había sido de redes sociales y jamás se le había dado demasiado bien hablar con mucha gente. Ella era de pocos amigos pero, todos ellos, de su plena y absoluta confianza.

Dio otra calada y miró al móvil. Sabía que le iba a salir bien, tenía que ser así. Él era resuelto, profesional y sabría salir de aquello, sin embargo, era incapaz de centrarse. Hoy no había avanzado apenas tres minutos de trabajo. Revisó el Whastapp, los mensajes y hasta el registro de llamadas. Nada. No había noticias de él. 

Se quedó completamente distraida con el humo del tabaco. Sus pensamientos habían ido hilándose de tal manera que había comenzado a reflexionar sobre el paso del tiempo. Sobre sus primeros ataques en forma de cigarrillo. Sobre sus momentos de café y nicotina. Cuando se dio cuenta el cigarrillo casi estaba consumido. Dio una última calada dejando un poco de espacio antes de llegar al filtro. No le gustaba apurar, de niña siempre había oido que la zona que pega al filtro es la que más "mierda" incluía. 

Y por fin, "ding!" el sonido del whastapp del móvil llamó su atención. Las manos le temblaban, tenía que haber ido bien pero ¿y si no había sido así?, estaba casi convencida de que todo había salido como debía pero...y, finalmente, aquel mensaje disolvió sus dudas, sus nervios y sus ganas de fumar. 

"Todo ha ido genial!!, esta noche lo celebramos"

Respiró profundamente. ¡Puaj! pensó, el sabor del cigarrillo prevalecía en su boca y ahora ya no quería conservar aquel recuerdo de muerte. Contestó un "Eres un máquina, no esperaba menos" y se dispuso a lavarse los dientes y a dejar a un lado su tensión y la reflexión sobre cómo se consumía el tiempo. Era hora de arreglarse, preparar la comida y ponerse a trabajar. 

Era hora de seguir viviendo.

No hay comentarios: