viernes, 12 de noviembre de 2010

Perder la cabeza

Aquel día quería gritar, correr, salir huyendo o, simplemente, pasar de todo. Sentía que el pequeño engranaje que conformaba su vida se había oxidado y el tiempo pasaba inexorable mientras algunos de sus resortes, sin embargo, avanzaban cada vez más despacio. Quería detener el movimiento de la tierra en un grito y que después sólo hubiera silencio... Podría haber hecho tantas y tantas cosas y, sin embargo, las horas se habían escapado de su reloj y aún no tenía demasiado claro cómo. «hasta que todo encaje no mires atrás» se repetía una y otra vez, puede que así lograra concentrarse pero lo cierto es que aquel día quería gritar, correr, salir huyendo, escaparse como lo hacen los dibujos animados por una puerta escondida en ninguna parte, quería ser Alicia y tener su país pero se sentía como el conejo reloj en mano tratando, en vano, de explicarle a la reina de corazones que no había llegado a tiempo...Temía, como el conejo, estar a punto de perder la cabeza.

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