Al hombre con sombrero, nunca le he visto con un sombrero. Le llamo así porque bien pudiera llevarlo sin desentonar, como los viejos actores de las películas en blanco y negro. Tiene la mirada perdida, y en alguna ocasión resulta huraño y taciturno. Sé a ciencia cierta que se escapó de mis sueños y por eso le tengo una especial estima y mucha admiración. Sin embargo, apenas lo conozco. Sus miradas le delatan (aunque él nunca entienda por qué lo digo), y parece que los labios le pesan a la hora de sonreír ¡será por eso que su risa vale tanto!
El hombre con sombrero es un amante de la música, y escucha grupos muy raros. Su mente está clasificada y ordenada como en un archivo de biblioteca. Conoce mundo, aunque nunca el suficiente, porque si pudiera estaría en todas partes. Y no aprecia demasiado las descripciones como esta porque le quitan el encanto a la vida.
No sabría explicar muy bien por qué pero hoy le echo de menos. Y es que, en ocasiones, sólo puede salvarme el hombre con sombrero (aunque nunca lo lleve puesto)
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