Ada se despertó entre un sinnúmero de cajas algo desorientada. Tardó un rato en comprender que aquella era la habitación de su nuevo piso y con ello, que ahora era, por fin, independiente. Una oleada de buen humor la invadió y decidió ir a prepararle el desayuno a sus nuevas compañeras de piso.
Cuando Mel y Elly se despertaron, la casa entera olía a crêpes. Ambas dieron un brinco y salieron de sus respectivos cuartos para encontrarse en el pasillo y avanzar a la par en dirección a la cocina. Allí estaba Ada con una camiseta (3 o 4 tallas grande) de la selección española de baloncesto y una bandeja llena de ricos y apetecibles crepês. La cafetera comenzaba a sacar el café recién hecho y la mezcla de esos olores sedujo tanto a las antiguas inquilinas, que no pudieron evitar salir corriendo a darle un abrazo. Sin embargo lo más gracioso aún estaba por llegar:
- ¿Y esto? - Preguntó Elly con sonrisa galguera mirando el desayuno- ¡No es fiesta!
- Ehm.. bueno, primero, no creo que haga falta que sea fiesta para hacer crêpes - dijo guiñándole un ojo- y segundo, bueno... ayer me recibisteis muy bien y hoy me apetecía agradecéroslo, además ¡me he levantado de muy buen humor!
Mel no había perdido el tiempo y aprovechando la coyuntura se había dirigido al salón para poner en la minicadena una selección de las canciones - en su opinión- más geniales del rock. De esta manera, al ritmo del Highway to Hell de los AC/DC entró de nuevo en la cocina en el momento oportuno
- Además - añadió Ada ruborizandose- tengo un problemilla... ehm... tendréis que tener paciencia conmigo y, si es posible, enseñarme a cocinar porque, como nunca he vivido sola, sólo sé cocinar dulces
Melissa miró a Ella y comenzó a reir a carcajada limpia. Mientras Elly explicó:
- Perdónala, cuando llegó a esta casa dijo exactamente la misma frase que tú, tuve que enseñarle a cocinar y, lo cierto es que, como se descuide, ya cocina mejor que yo.
Ada también se echó a reír aliviada.
Y así tres mujeres, en pijama, desayunaron crêpes, a ritmo de los clásicos del rock ´roll, un viernes cualquiera, sin necesidad de que fuera fiesta, y con una sonrisa de oreja a oreja.
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